lunes, 9 de marzo de 2009

Manejo del estreñimiento funcional (según el blog: tuotromedico.org)

En primer lugar, lo más importante, adquirir un hábito diario que estimule el reflejo natural de defecación, el reflejo gastrocólico, por el cual, cuando se come, se estimula el movimiento intestinal, y por tanto, aparecen ganas de defecar. En nuestra sociedad la causa más importante de estreñimiento es inhibir este reflejo. Sucede que, cuando aparece, muchas veces no tenemos tiempo para defecar y lo inhibimos, pensando que ya hemos luego al servicio. A base de inhibirlo, este reflejo acaba desapareciendo.Para evitar este problema, lo mejor es marcar una hora concreta todos lo días, por ejemplo tras el desayuno o la comida. En este momento es preciso tomarse el tiempo necesario para intentar defecar sin prisas. Así el organismo se va educando a que tras comer se produce el reflejo y se defeca.Aunque inicialmente pueda no ser exitoso, a largo plazo se recupera el reflejo y nuestro cuerpo se regulariza
Otro aspecto importante es que nos acostumbremos a realizar ejercicio físico diario, como caminar unos 30 minutos al día. Este ejercicio favorece la movilización de las heces en el intestino, y facilita su expulsión al hacerlas progresar hacia el recto.
El siguiente pilar del manejo es aumentar la cantidad de fibra en nuestra dieta.La fibra la contienen las legumbres, verduras, frutas, pero también existen suplementos de fibra que podemos adquirir en las farmacias (por ejemplo salvado de trigo).Los alimentos que más fibra contienen son: en primer lugar las legumbres (alubias sobre todo, garbanzos y lentejas), el pan integral, el kiwi, peras, manzanas, naranjas y plátanos.De las verduras, sobre todo las judías verdes o y las y las espinacas.La fibra producirá un aumento del bolo fecal y ayuda a que este transcurra más rápido por el intestino estimulando el reflejo defecatorio.Si además aumentamos el consumo de agua, favorecemos todavía más este efecto. Por lo tanto se deben beber al menos dos vasos de agua en cada comida.
Los laxantes debe ser evitados en la medida de lo posible. Evidentemente si existe algún problema que hace que la defecación sea dolorosa (por ejemplo unas hemorroides o una fisura anal), o existe un problema fisiológico como puede ser un embarazo, pues ser necesario tomar un laxante.La ingesta de estos fármacos debe ser siempre por un período corto para evitar el acostumbramiento del intestino y cronificar el problema.
Si no hay más remedio que tomarlos, los más fisiológicos son los que aumentan la cantidad del bolo intestinal: salvado de trigo, metilcelulosa, ispagula… Actúan aumentando el polo y reteniendo agua lo que estimula el peristaltismo. Para mejorar su efecto se toman acompañados de agua, y no deben tomarse por la noche sino por el día para el ejercicio aumente el movimiento intestinal producido por estos fármacos.Como efecto secundario pueden dar gases y sensación de distensión abdominal, lo que a veces los hace incómodos.El ejemplo típico para la utilización de estos laxantes, sería un embarazo en el cual la dieta y el ejercicio físico hubiesen fracasado. También en ancianos que conserven la movilidad y se levantan de la cama.
Los laxantes estimulantes de la motilidad intestinal son el Sen, el picosulfato sódico y los supositorios o enemas de glicerina, entre otros.Su efecto es mucho más rápido que los anteriores, sobre todo si se utilizan preparados por vía rectal, pero producen frecuentemente dolor abdominal al aumentar bruscamente el movimiento del intestino.Por tanto deben utilizarse con existe un problema relativamente urgente, y debe descartarse siempre que no exista una obstrucción intestinal.Un ejemplo típico serían los ancianos inmovilizados en cama, en los cuales fuera necesario un efecto rápido. Los laxantes formadoras de bolo fecal no suelen hacer efecto si el anciano permanece en cama, ya que necesitan cierto estimulo mediante el ejercicio para favorecer el movimiento intestinal.
Los laxantes osmóticos como las sales de magnesio o lactulosa, actúan reteniendo agua en el intestino y no se recomienda como de primera elección. Un ejemplo típico de estos fármacos son los enemas de fosfato, que se utilizan para limpiar el intestino previamente a la realización de una colonoscopia o una cirugía intestinal.

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