Aumentar el consumo diario de alimentos ricos en fibra, como: cereales integrales, avena, salvado de trigo, frutas y verduras con cáscara, ciruela pasa, guayaba, fresa, papaya, nopal, espinacas, zanahoria, elote, alubia, lentejas, soya, etc.
Consumir mínimo 2 litros de agua al día.
Masticar lentamente los alimentos aproximadamente 20 veces cada bocado.
Procurar consumir los alimentos en un ambiente tranquilo y sin prisas.
Incluir algún alimento fresco o crudo en cada comida, cocer las verduras ligeramente al vapor y utilizar poca sal.
Evitar los alimentos industrializados y con altos niveles de conservadores o aditivos.
Caminar de 20 a 30 minutos después de comer.
Aumentar el consumo de lacto bacilos, que podemos encontrar en el yogurt.
Evitar o disminuir el tabaquismo y el consumo de bebidas alcohólicas.
Masticar y ensalivar detenidamente los alimentos es un paso muy importante, ya que de esta fase depende el que los demás escalafones del proceso digestivo se realice de forma óptima. Una buena trituración de los alimentos en la boca facilita trabajo a los demás órganos.
Evitar apretar la zona abdominal. Los cinturones, fajas o cualquier otro elemento que comprima la zona del abdomen dificulta la digestión. Lo mismo ocurre con las posturas. Mantener la espalda bien recta facilita el proceso digestivo.
Respirar bien. Cuándo se ingieren alimentos es necesario hacerlo pausadamente y respirando conscientemente. Asimismo hay que huir de imágenes o noticias negativas.
Además podemos ingerir suplementos de enzimas y fibra con el objeto de ayudar a nuestro aparato digestivo a mejorar su función.
Fuente:http://edu.iportal.com.mx
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